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Las aventuras solo las terminan los valientes. José Antonio García ha logrado en cuatro meses una importante gesta. Recorrer Centroamérica en bicicleta. Cuatro meses de ruta, nueve países y más de 6.000 kilómetros de trazado donde ha sido capaz de descubrir una cultura diferente, otro modo de entender la vida y unos paisajes alejados de los que no se pueden conocer en Europa.
Comenzó su travesía en Panamá el 13 de mayo y permaneció en el continente centroamericano hasta el 15 de septiembre. Una ruta donde no ha sufrido los grandes problemas que esperaba sufrir, como dolencias físicas, problemas estomacales propios del cambio de zona y que le han permitido culminar íntegramente su sueño.
El calor ha sido su principal enemigo en estos cuatro meses. Con temperaturas del entorno de los 35 grados en las horas centrales del día, fue el gran hándicap a superar. La alimentación y donde dormir fueron también los retos a los que tenía que hacer frente.
José Antonio pone de manifiesto que la alimentación tampoco fue fácil. Buscó sobre todo nutrirse con productos de la zona, ya que frutos de la dieta europea era mucho más caro adquirirlos. Su alimentación se basó en la comida criolla en un menú que cada día era diferente y dependiendo del lugar y sus costumbres culinarias.
Aclara que lo mejor del viaje fue los momentos que compartió con la gente. “Tuve una acogida magnífica, cuanto más humildes eran las personas más cosas te ofrecían. Muchas familias me han dado un plato de comida, un techo donde dormir y me han dado su apoyo. Eso es inolvidable”.
García destaca que iba con mucha precaución para no ser víctima de un robo o un asalto. El balance ha sido muy positivo, “he llevado mucha precaución de no acudir a lugares peligrosos y la gente me ha tratado de forma muy cariñosa. El mejor recuerdo que me llevo es cuando me encontré con tres amigos en una ruta que iban bebidos y uno de ellos me acogió en su domicilio como si de un familiar se tratase”
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En el componente física prácticamente no ha tenido problemas para alcanzar su hazaña. La preparación de los últimos meses en Yecla y su fortaleza le han permitido aguantar en estos 6000 kilómetros. También en esto le ha ayudado su gran compañera de viaje. La bicicleta llegó a España en un estado similar al que se marchó. Eso sí, con una mochila cargada de grandes recuerdos y de enormes vivencias.
