Aquella rarísima temporada

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La temporada 2014-2015 ya es pasado. Dentro de unos años, cuando la rememoremos por algún detalle casual (que no por ningún recuerdo sustancial), seguro que la definiremos como aquella rarísima temporada.

Resulta curioso afirmar que éste ha sido el curso con la planificación más precoz que, sin embargo, se fue viniendo abajo a base de lesiones y contratiempos. Decía Sabina que no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió, y es posible que Biri se haya arrepentido en más de una ocasión de no renovar a Keko, líder espiritual del vestuario y referente de una zaga descompuesta en la primera vuelta del campeonato por las lesiones y por la lenta adaptación de Castellanos a la misma.

La enfermería también trastocó otros elementos, como David o el carrilero Javi Yelo descartados todo el año, y especialmente el único delantero centro nato, Joseto, que estuvo en el dique seco durante meses. La merma de las lesiones provocó que, con la llegada de la Copa Federación, en octubre se diera un bajón que resultó insalvable y que enturbió el ambiente, ya que ni la suerte acompañó en duelos concretos para sacar la cabeza como en Llano de Brujas, ante el Castillo del arquero Paco o en la segunda parte en el Gómez Meseguer.

Por lo que, de recuperar la ilusión se pasó a congelar La Constitución. Casi una decena de partidos en nuestro vetusto campo resultaron ser auténticas torturas tanto para los angustiados jugadores como para los hastiados aficionados. Y ahí está una de las claves que, año tras año desde que Héctor Alejandro Altamirano Sandroni abandonó el banquillo azulgrana, se ha ido debilitando cada vez más. El ahora exitoso entrenador del Olimpic en 2ªB insistía siempre en la unión sin fisuras de equipo-afición-medios de comunicación a base de una química de complicidad, compromiso e irracionalidad. García Sanjuán superó con un temporadón el vacío de la complicidad, mientras que Ramón Florit le faltó entender algo más la esencia familiar del club para haber enloquecido a la grada, que habría marcado seguro el tercero al Alzira.

Quizá de ahí venga la decepción por no alcanzar el éxito de todo un emblema y de alguien querido por todos como es Biri. Empezó con gestos positivos, pero los contratiempos y, especialmente, la forma de afrontarlos le fueron encerrando en sí mismo. Respecto a Tomi, probablemente no se le olvidará el partido ante el Plus Ultra, donde tiró por tierra lo que podría haber sido una remontada como la de aquel 2009-2010.

Tocan semanas de reflexión, especialmente para una directiva que más empeño no le puede poner pero que se encuentra cada vez con más cemento en la grada. Que no decaigan. Hay que seguir. Pero se debe volver a dar con la receta Sandroni, hacer un bloque comprometido, gestionar mejor los días malos y hacer del Yeclano Deportivo ese Eibar con el que, entre todos, logramos retos imposibles.

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