Laura Vergara, la insaciable y joven tenista que cruzó el charco para hacer realidad uno de sus mayores sueños: continuar formándose académicamente sin dejar de lado su pasión por el deporte que le da vida. Una experiencia repleta de sonrisas y lágrimas, esfuerzo y superación.
Nunca sabes de lo que eres capaz hasta que logras aquello que creías imposible. Laura no imaginó todo lo que significaría el tenis para ella cuando lo descubrió a los 12 años junto a Andrés Escoda y el Club de Tenis Yecla, al que siempre llevará en su corazón.
Con una gran sonrisa, Vergara reconoce ser una enamorada de todos los deportes pero que el tenis, gracias a sus padres, se lo ha dado todo. Tanto personal como profesionalmente tiene mucho que agradecerle a esta práctica que le aporta multitud de valores aplicables a la vida: “lo que tú eres en la pista también lo eres fuera de ella”.
Llegaron los 18 años y con ellos el inicio de la Universidad. La tenista comenzó a jugar en el equipo de su Facultad con el que participó en el Campeonato de España. Fue en ese momento cuando pensó que estudios y deporte no tenían por qué estar reñidos. La beca que hizo realidad su deseo no tardó en llegar.
Sólo al pronunciar la palabra ‘Estados Unidos’ el rostro de Laura se ilumina e intuyo que multitud de recuerdos se amontan en su memoria. Una agencia que lleva a deportistas becados a Estados Unidos le ofreció el pago de sus estudios y un puesto en el equipo de tenis de la universidad de destino. “Al principio pensé que era una broma. Me dieron un mes para pensar una respuesta”. Bastó con imaginarse en cómo se sentiría en unos meses si daba una respuesta negativa a la propuesta, para dar el sí definitivo.
Laura pasó el primer año de su beca en una universidad de Texas. Pero sus ganas de aprender inglés hicieron que pidiera el cambio y Kentucky fue la nueva ciudad asignada. El principio fue costoso por el idioma; incluso llegó a pensar que nunca terminaría la carrera. Su última redacción antes de la graduación fue de doce páginas. “Por esto, nunca puedes decir ‘no’ a nada y nunca sabes de lo que eres capaz”. La satisfacción personal brota por cada poro de su piel.
“El amor al tenis hizo que me lanzara a la piscina y fue la mejor decisión que he tomado en mi vida”. Sus vivencias demuestran que la experiencia fue increíble pero a la vez muy sacrificada. La fuerza de voluntad era su gran aliada cuando a las 6 de la mañana entrenaba y al terminar asistía a sus clases de Comunicación Social. “Me pasaba todo el día dedicada al deporte y las clases”. Además, que el porcentaje de victorias superase al de derrotas era uno de los principales cometidos para poder permanecer allí, pues las universidades americanas ganan prestigio y dinero a través de sus deportistas.
Mucha es la sabiduría que el continente americano dejó en la conciencia y el corazón de nuestra tenista. Pero sin lugar a dudas, Laura destaca la importancia del deporte en las universidades. “Si ganas un torneo, esa semana eres la reina de la facultad. Además, gracias a tu victoria el Gobierno incluso aporta más dinero a la universidad. Su prestigio gira en torno al deporte”. Es entonces cuando las anécdotas de partidos se abren paso en su mente. Recuerda un torneo regional en el que le tocó hacer el punto decisivo. “Si vencíamos pasábamos al nacional. Cuando lo gané todas mis compañeras se abalanzaron sobre mí”. El brillo en sus ojos me permite sentir la emoción que vivió en aquel instante.
Todo en la vida tiene un final y éste también llegó. Con evidente tristeza, Laura, relata su último partido. Rememora que lo perdió y pasó 45 minutos llorando bajo una toalla tirada en el suelo de la pista. “En ese momento se acabó la universidad y el tenis con mis compañeras pero yo no me quería ir”. El término de una época siempre conlleva el principio de otra.
OTRO COMIENZO
La tenista, tras graduarse, se trasladó con su pareja a vivir a Nueva York. “Di clases en el Club de Tenis de John McEnroe y después me cambié a otro club donde me propusieron llevar también el marketing”. Su andadura en la ciudad que nunca duerme duró apenas un año pues sin saber todavía el por qué, le negaron el visado y le dieron 30 días para salir del país. Su mirada me transmite que el período entre rascacielos fue más breve de lo deseado aunque no por ello menos intenso. El torneo US Open Qualifying que disputó junto a su marido lo demuestra.
Siempre dicen que debes perseguir a tus sueños. El de Laura Vergara es y siempre será el tenis. Quizá por eso allá donde va consigue hacerse un hueco en el deporte de su vida. “Mi pareja y yo estamos viviendo en Barcelona donde doy clases de tenis en tres clubes distintos. En uno de ellos sustituyo a María José Martínez cuando ella está jugando un torneo”. A nivel de jugadora sus ganas por seguir compitiendo son infinitas pero reconoce que el dinero es fundamental para poder hacerlo. Alcanza todo aquello que se propone. Lo conseguirá.
La tenista no puede despedirse sin dedicarle unas palabras a Yecla, su ciudad natal, a la que siempre tiene muy presente; pues nunca debes olvidar de dónde vienes. “Considero que Yecla valora mucho a los deportistas y así es como tiene que ser”. Motivar a las personas desde pequeñas a practicar ejercicio es el único truco para que en un futuro, a nivel deportivo, puedan conseguir todo lo que quieran, asegura Laura. Ella ha demostrado que no hay trampa ni cartón.
Una perfecta reflexión de una mejor deportista. Laura Vergara, una persona que ante todo valora el apoyo y cariño recibido de aquellos que le han ayudado a vivir un sueño. Su valentía, esfuerzo y afán de superación fueron y siempre serán sus mejores compañeros tanto dentro como fuera de la pista. Pero sin pensarlo dos veces, en los momentos más difíciles, su perfecto aliado es el consejo que su abuelo le regaló a una entonces pequeña y ambiciosa tenista: “si quieres algo tienes que ganártelo. Así es la regla de la vida”. Una lección que Laura aprendió y cumplió con creces.