Hace solo unas semanas, la narrativa balompédica argentina nos volvía a maravillar mediante un elenco de críticas por las redes sociales ante la dura derrota de la albiceleste frente a la roja. Y entre esas célebres citas hubo una que me pareció auténticamente maravillosa: DÉNME MAYÚSCULAS MÁS GRANDES.
Y me fue inevitable pensar en los anónimos homónimos yeclanos de las redes poniendo en mayúsculas, negritas y fosforito SANDRONI DIMISIÓN en el supuesto caso en el que el Yeclano no hubiera carburado. Porque incluso yendo líder, dando la alternativa a tropecientos canteranos y ofreciendo el trepidante juego de bandas, ni en las cinco derrotas ha habido tregua en corrillos y en los “tuiti” sin identificación para Héctor Alejandro Altamirano Sandroni.
Obviamente para gustos los colores; y opiniones (…y entrenadores…) hay tantas como aficionados, pero sin entrar en las preferencias de cada cual, objetivamente Sandroni es un entrenador de los que hacen época. Y lo es por varios motivos. El primero porque es fiel a unos principios, que podrás compartir o no, pero que los lleva siempre hasta el final de sus convicciones y acciones.
Seguidamente, porque es un apasionado del fútbol, considerablemente meticuloso, trabajador, perfeccionista y exigente. Y por último, porque es todo un seductor balompédico, algo vital para que todos a su alrededor repitan como papagayos, se impliquen y se metan a fuego los mantrax de su proyecto, consiguiendo ese idilio entre la plantilla, el club y la afición al que hace nueve años le pusimos el nombre del ‘espíritu de Trujillo’ y que fue trascendental para conseguir un año después el ascenso mágico ante Trival, Pájara y Haro.
Pero los seductores, los líderes innatos y los talentosos suelen tener un problema, que dejan tantas víctimas a sus espadas (por desengaños-pérdida de crédito y confianza) como envidia levantan, y de ahí a que Sandroni sufre aquí un problema añadido: intentar ser profeta en su propia tierra. Pues lo es. Lo es incluso aunque nos la peguemos en el play-off y aparezcan de nuevo los anónimos. Y como parece que las voces críticas achican a cualquiera se convierte en un apestado si dicealgo bueno sobre este míster que ha devuelto el play-off, el proyecto y la ilusión al Yeclano: dénme mayúsculas más grandes para gritar irónico, a lo Tomás Guash, SANDRONI DIMISIÓN.