Pese a que el motivo de este artículo tiene por sujeto al Yeclano, resulta estos días imposible articular el idioma del fútbol sin rendir los debidos respetos a las víctimas y al entorno de la tragedia del Chapecoense. Este ‘Leicester’ brasileño que viajaba soñando con grabar su impronta en una final que le aguardaba ser trending topic balompédico sudaméricano, y que, desgraciadamente, ha pasado a la memoria colectiva del deporte mundial al nivel de aquel Manchester del 58 o aquel equipo de rugby convertido en eterno por los Andes y por la mítica película ‘Viven’.
A pocos sonaba el nombre de este club que hace poco más de un lustro estaba en algo así como la preferente. Pero es muy sencillo empatizar e identificarse con ellos, uno de esos miles y miles de equipos, de deportistas, de cuerpos técnicos, de directivas, de prensa, de árbitros o de aficionados que cada fin de semana coge la carretera, la catenaria o el vuelo para desplazarse y acudir a competiciones las que, a cuanto más distancia, más relevancia.
Dejando ya de un lado una desgracia que nos lleva, además, a valorar en lo humano el mero hecho de regresar, continuaré con ese hilo de la competición, la distancia y la relevancia: qué buenos y necesarios son esos largos caminos triunfantes de vuelta a casa. Satisfacen por el mérito. Recompensan por el esfuerzo. Y motivan por el ejemplo. Ese fue, desde luego, el sentimiento de los azulgranas en los 200 kilómetros de la noche del domingo tras asaltar el prestigioso campo El Rubial.
Pero el mérito y el esfuerzo de Águilas ya quedan atrás, y lo que toca ahora es utilizar ese ejemplo para romper a jugar y a ganar. Porque saben.Y porque tienen que corregir el desajuste otoñal antes de comerse los turrones. Parafraseando a los Supersubmarina ‘Diciembre está al llegar, se nota ya el ambiente en la ciudad. Empiezo a preguntar si Kevin Sandro tiene un plan’. Esperamos que lo tenga y le dé, por fin, un estilo de juego definido a un equipo todavía por calibrar atrás y por entonar delante. De ello dependerá coger el buen camino o, por lo contrario y como dice la coloquial expresión, tenernos pa’ coger un camino.