Los valores vacíos en el fútbol

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Lamentablemente, estos días nos han llegado imágenes de una vergonzosa pelea entre padres en un partido de fútbol infantil en Mallorca. No es algo nuevo, debido a que, por desgracia, no ha dejado de estar muy de actualidad y se produce demasiado a menudo. Que ocurra en partidos de profesionales desprestigia bastante la imagen de nuestro deporte, pero que suceda en las competiciones de base, federadas o locales, es ya como para plantearnos el hecho de que algo se está haciendo terriblemente mal.

Hace años que se vienen promoviendo campañas locales, regionales y nacionales para concienciar acerca de los valores que se quieren fomentar en el fútbol y los malos comportamientos que se pretenden erradicar. Sin embargo, seguimos en el mismo punto o puede que más atrás, porque con el paso del tiempo no ha mejorado la situación. Y esta circunstancia es, como poco, alarmante.

Tras muchos años entrenando en categorías de base, locales y regionales, he visto todo tipo de situaciones indeseables ante las que rara vez se toman medidas para paliarlas:

Espectadores insultando/amenazando a entrenadores, a jugadores o a otros espectadores. Entrenadores insultando/amenazando a jugadores rivales, al árbitro o incitando a la violencia a los suyos propios. Jugadores que insultan, escupen y pegan a otros. Delegados que pierden tiempo o que también insultan/amenazan al árbitro o a jugadores rivales. Árbitros que no cortan los insultos o la violencia y miran para otro lado, o que son amiguetes de uno de los equipos y hacen todo lo posible para que ganen el partido. Campos a los que vas sabiendo que difícilmente vas a poder ganar por el ambiente violento y peligroso que hay y que nadie hace por evitar. Delegados federativos que van a presenciar partidos duros y que, en lugar de cortar la violencia o sancionarla, van solamente a cobrar y a favorecer al que mejor le cae. Etcétera.

Por muchas campañas que haya, si los organismos de turno no toman de una vez por todas las medidas que deben, todas estas situaciones se van perpetuando en el tiempo y no hacen más que alimentar a quienes generan esa violencia. Al no cortarles las alas a estos individuos, no tienen obstáculos por delante para tomar el control y saben que, hagan lo que hagan, saldrán impunes o con castigos muy leves. Por lo tanto, mis preguntas son: ¿Qué desgracia es necesaria que ocurra para que se sancionen con dureza estos comportamientos? ¿Por qué, con tanta frecuencia, equipos con comportamiento ejemplar tienen que sufrir las faltas de respeto y la mala educación de algunos de sus rivales, quienes además suelen salir vencedores por la presión que ejercen y terminan sin recibir luego, en diversos casos, las consecuencias que merecen? ¿Hasta cuándo vamos a tener que esperar para que se tomen medidas realmente eficaces?

Mientras sigan existiendo tantos intereses deportivos y extradeportivos, mientras el dinero y los amiguismos se antepongan a las decisiones sensatas de determinadas federaciones y clubes implicados y mientras los adultos (aficionados, entrenadores y árbitros) no aprendan a respetarse entre ellos mismos, así como a entender que tienen pendiente una gran labor de transmisión de valores a los jóvenes deportistas, todos estos tristes incidentes continuarán estando a la orden del día. Y los debates y buenas palabras quedarán en el olvido. Hasta la próxima vez.

Eso sí, gracias a todos esos clubes, familiares, aficionados, jugadores y árbitros que de verdad honran al fútbol base con su comportamiento y valores ejemplares. Ojalá algún sean mayoría.

Antonio Gandía. Entrenador de fútbol Nivel II.

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