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Mi Hijo FC

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En los deportes colectivos que cuentan con una estructura de cantera o de base, los equipos siempre se organizan por categorías de edades y estas, a su vez, en equipo A y equipo B (incluso C, D y así sucesivamente). A partir de esa primera división, cada club ya puede agrupar a los jugadores de cada grupo como considere. En la mayoría de casos, sobre todo en ciudades pequeñas, como Yecla, estos suelen contar con dos equipos en cada categoría: equipo A y equipo B.

Las formas más habituales de confeccionar las plantillas son dos:

  1. Por grupos de edad: en el A juegan los de segundo año y en el B los de primero.
  2. Por nivel de los jugadores: en el A juegan los que más destacan y en el B los demás.

A raíz de este tema ha surgido una fuerte controversia entre si deben organizarse de una u otra forma. Tanto es así que ha habido auténticos problemas en algunos casos, sobre todo provocados por padres que no aceptan que sus hijos tengan que jugar en el equipo B siendo de segundo año.

¿Cómo es posible que haya padres que boicoteen la organización prevista por los entrenadores o el club?

Por una parte, hay que comprender que estos pagan bastante dinero para que sus chicos puedan jugar al fútbol en competición federada y tienen derecho a opinar. Hasta ahí, todo respetable. Pero una cosa es que opinen libre y respetuosamente y otra, radicalmente distinta, es que quieran influir en decisiones deportivas para las que no tienen competencia.

Más allá de esto, es bastante duro ver cómo determinados padres niegan a sus hijos la posibilidad de seguir jugando al deporte que les gusta por el hecho de tener que estar en un equipo B. Excusas del tipo “es una falta de respeto ” o “es un insulto” (para los muchachos, en teoría) suelen ser las más recurrentes. Aparte, también se dan casos de padres que quieren que sus hijos permanezcan en el equipo A bajo cualquier circunstancia, pese a no tener apenas opciones de jugar. Pero, después, también se quejan de la falta de minutos.

Mi reflexión al respecto: ¿es realmente una falta de respeto para los chavales ofrecerles la opción de estar en un equipo con algo menos de nivel en el que van a jugar muchos más minutos y se van a sentir más importantes, pudiendo crecer y mejorar en mayor medida? ¿O es un insulto para el ego de esos progenitores, por acabar en un grupo “inferior” al de quienes habían sido sus compañeros?

El camino a seguir

Como en cualquier otro ámbito de la vida, el nivel de maduración y de evolución del jugador de fútbol no es lineal. Cada uno es un mundo y tiene su propio ritmo de aprendizaje y mejora, además de que el grado de trabajo y exigencia individual también cambia sustancialmente de uno a otro.

Es por ello que debemos empezar a entender que organizar a los jóvenes futbolistas por niveles es lo más adecuado, sobre todo a partir de categoría infantil (12-14 años), que es justamente cuando se inician en el fútbol-11 y coincide con el momento en el cual empieza la adolescencia. Desde esas edades, los cambios comienzan a ser más claros y las diferencias madurativas se acentúan. La idea de que haya dos o más equipos en cada categoría debería ser interpretada como una herramienta muy interesante, pues ayuda a clasificar de forma cualitativa a los jugadores y ofrece a cada uno la opción de jugar con grupos más parejos que si se utilizase el criterio del año de nacimiento. Así, se organizan plantillas más homogéneas y compensadas y se pueden dar más oportunidades a todos. No obstante, a esos padres “ofendidos” hay que ofrecerles la posibilidad de que busquen otro club que les complazca.

Dejemos que sean ellos, los chicos, quienes valoren si quieren pertenecer o no a un equipo B, sin generarles absurdos prejuicios. Al final, tenemos que enseñarles que siempre hay que luchar por lograr lo que uno quiere y que, en numerosas ocasiones, un paso atrás bien aprovechado es solo el preludio para coger impulso y dar muchos hacia delante. No condicionemos, por favor, el que los clubes de base de deportes de conjunto acaben pareciendo “Mi Hijo F.C.”.

Antonio Gandía. Entrenador de fútbol Nivel II.

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